Era víspera de Navidad… Algunos amigos que no había visto desde hace algún tiempo me invitaron a una cena de Nochebuena. Me puse mi traje de Santa Claus y llevé conmigo algunos regalos y una actitud festiva. Cuando entré a su casa, me sorprendí por completo. Jack seguía siendo el mismo tipo gilipollas, pero su forma de actuar había cambiado un montón. Pasé la noche tratando de llevar la fiesta en paz pero, diablos, no podía quitar los ojos de esa conchita deliciosa. Esas tetas grandes, ese culo redondo, esos labios suaves me tenían hipnotizado… ¡ella me la estaba poniendo a punto de estallar! No pude aguantar la tentación, y comencé a tocarla en frente de su marido. - ¡¿Pero qué mierda estás haciendo?! ¡¿Estás borracho?! – gritó Jack. Le dije que se relajara y le di una palmada ligera en su hombro. - ¡Tranquilo, hombre! Solo me divierto un poco, y parece que todavía no he recibido mi regalo de Navidad. ¿Sabes qué? Me gustaría follar con tu mujer y estoy dispuesto a pagar por ella, ¿qué dices?